El reto diario de ser una persona amable. #49
Últimamente, por temas laborales, me encuentro expuesto al trato diario con una gran diversidad de personas. Desde hace algún tiempo, he estado librando una lucha interna para tratar bien a los demás, incluso cuando siento que algunos no lo merecen realmente. No es fácil. Hay actitudes que me desgastan: no tolero la falta de educación ni la estupidez humana en general, esa que a veces parece tan deliberada como innecesaria.
Encuentro personas que, con sus palabras o acciones, me provocan, y en esos momentos mi mente empieza a maquinar respuestas bruscas o hirientes. Pero luego pienso: ¿qué gano con eso? ¿Realmente quiero convertirme en alguien que responde con la misma moneda, perpetuando una cadena de negatividad? La verdad es que no. Y sé que muchos de ustedes, en sus propias vidas, también han sentido esta tensión.
Es fácil caer en la dinámica de "me tratan mal, yo trato mal a los demás". Créeme, sé lo que es eso. Pero este camino no nos lleva a ningún lado. Solo genera más frustración, más conflictos y, al final, nos aleja de la persona que realmente queremos ser. Tener autocontrol en estos momentos es mucho más valioso y beneficioso, no solo para nosotros, sino para todos los que nos rodean.
Luchar contra esos impulsos y emociones que a veces nos hacen tratar mal a alguien que no lo merecía es un acto de valentía. Ser amable hoy en día es un gran reto, precisamente porque vivimos en un mundo donde la impaciencia y la intolerancia parecen ser la norma. Pero no podemos aspirar a una mejor sociedad si no aprendemos a autogestionarnos emocionalmente.
¿Cómo podemos hacerlo? Aquí van algunas ideas prácticas: imagina que estás en una situación tensa, alguien te habla con rudeza. Tu primer impulso es devolver el golpe verbal, pero en lugar de eso, respira hondo, cuenta hasta tres y responde con calma. Puede sonar simple, pero este pequeño acto de pausa puede cambiarlo todo. No solo evitas escalar el conflicto, sino que te das la oportunidad de mantener tu paz interior.
Además, piensa en el impacto que tus acciones pueden tener. Cada vez que eliges responder con amabilidad, estás sembrando una semilla. Tal vez no cambies a la persona frente a ti en ese momento, pero tu actitud puede inspirar a otros con el tiempo. En el trabajo, en la familia o en la comunidad, esos pequeños gestos de autocontrol y empatía pueden crear un efecto dominó positivo.
El primer paso es conocerte a ti mismo. Reflexiona: ¿qué es lo que te saca de quicio? ¿La arrogancia? ¿La falta de respeto? Identificar esos desencadenantes te prepara para enfrentarlos mejor. Puedes probar técnicas como la respiración profunda o incluso escribir al final del día cómo te sentiste y qué podrías haber hecho diferente. Esto te ayuda a procesar tus emociones y a crecer.
Ser amable no es ser débil. Al contrario, requiere una fortaleza enorme, especialmente cuando todo a tu alrededor te invita a responder con dureza. Pero vale la pena. Porque al final, el mayor beneficiado de tu autocontrol eres tú: vives con menos estrés, más satisfacción y la certeza de que estás siendo la mejor versión de ti mismo.
Así que, la próxima vez que sientas esa chispa de enojo, detente un segundo. Respira. Y elige ser la persona que quieres ser, no la que las circunstancias te empujan a ser. El mundo necesita más personas dispuestas a dar ese paso, y tú puedes ser una de ellas.
Espero todas mis palabras te puedan ser de ayuda y ejemplo en tu vida.
Gracias por leerme.
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